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Casona de Bullas propiedad del conde, que también fue subastada tras morir sin haber nombrado herederos.
¿Qué escondía el conde?

¿Qué escondía el conde?

El contenido de las casas de José Antonio Sandoval puede aclarar el paradero de más obras de arte perdidas en el Noroeste

Antonio Botías

Martes, 17 de enero 2017, 01:14

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La clave está en el conde. Y en lo que el conde atesoraba. La 'operación Lignum', que incluyó hace unos meses la detención del conocido sastre de Bullas, Benito Amor, por la posesión de cientos de obras de dudosa procedencia, permitió poner el foco sobre la curiosa figura de José Sandoval Puerta, conde de la Real Piedad, quien murió sin hacer testamento. Y también sobre la gran colección de arte familiar cuyo paradero se desconoce.

José Antonio Sandoval era doctor en Ingeniería Agrónoma y trabajó en el Centro de Ampelografía y Viticultura de Madrid. El conde falleció en la capital del país el 16 de septiembre de 2008, a los 86 años de edad. En Murcia se supo por una esquela publicada en 'La Verdad' a cargo de unos amigos. Porque José Sandoval ni tenía hijos ni dejó herederos. Así que el Estado, después de los anuncios de rigor a los que nadie respondió, se adjudicó la herencia abintestato. No sucedió así, curiosamente, con el título de conde que varios familiares lejanos se disputaron.

Pero el tesoro del conde no era un título nobiliario. Ni las decenas de propiedades que el Estado subastó, entre ellas, 160 hectáreas en Ayora (Valencia) y algunos pisos. El auténtico tesoro de José Antonio Sandoval era lo que contenían algunas de sus propiedades, en concreto dos casas, una en Madrid y otra en Bullas.

El piso madrileño del conde era conocido y frecuentado por muchos murcianos. Por eso, también muchos conocían que lo adornaban incontables piezas de arte. Sin embargo, cuando se subastó el inmueble en el año 2014, supuestamente ya no estaban. ¿Quién o quiénes se encargaron de vaciar aquel piso? Es lo que los investigadores buscan aclarar. Y si lo consiguen podrían llevarse una sorpresa.

La 'Operación Lignum'

Todo, una vez más, surge a raíz de la 'operación Lignum', cuyos tentáculos parecen extenderse mucho más allá de la casona donde Benito Amor atesoraba miles de objetos. A raíz del operativo, los agentes del Seprona de la Guardia Civil lograron recuperar, tras varias inspecciones en Lorca y Cartagena, tres esculturas romanas únicas en el mundo y cuyo valor es incalculable. Este decomiso, fruto del eficaz trabajo de los agentes durante meses, constituye uno de los más importantes en la Región.

Los registros se centraron en las casas de los descendientes de un vicario de Caravaca que en 1867 realizó un espectacular descubrimiento en el yacimiento de Los Cantos, a un kilómetro de Bullas: cuatro esculturas romanas de mármol que representaban a otros tantos niños, o mejor 'kairoi', genios estacionales. De ahí el nombre de la operación: 'Kairos'. Estas obras estaban desaparecidas desde hacía un siglo. O casi. Porque sus dueños, tras heredarlas, las tenían expuestas en sus hogares. Sin embargo, al grupo de esculturas le faltaba una cuarta, la más valiosa. Y la tradición recuerda que fue comprada por el padre del conde de la Real Piedad. La pieza, según esa versión extendida por Bullas, se encontraba en la casa madrileña de la familia, extremo que aún no ha podido corroborarse. Aunque la cosa no acaba ahí.

Y un fabuloso mosaico

En el yacimiento de Los Cantos también se encontró un espléndido mosaico del que se conserva un dibujo en la Real Academia de la Historia. Aunque la pieza no está perdida, algunos bullenses recuerdan que en el piso de Madrid se conservaba una gran mosaico romano que el conde mostraba con orgullo.

No sería extraño. De hecho, el descubridor del yacimiento regaló en 1905 una parte de la pieza al arqueólogo Manuel González Simancas, quien más tarde escribió: «El sr. cura de Bullas, citado ya en otro lugar, me regaló, además de los objetos arriba catalogados, un gran trozo de mosaico de Los Cantos recogido por él».

Si el piso madrileño es objeto y objetivo de la investigación, no menos interesante es la enorme casa que el noble disfrutaba en Bullas y que también fue subastada. Y en este capítulo de la historia, Benito Amor vuelve a adquirir protagonismo. Porque el comprador de la vivienda denunció que el sastre poseía objetos de la misma. Benito señaló al juez que fueron adquiridos a los criados del conde, a quienes el noble acostumbraba a regalar cosas. Además, la supuesta inexistencia de inventario del contenido de la vivienda complica cualquier reclamación. Pero esa es otra historia.

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